En medio de la emergencia provocada por la expansión del COVID-19, muchas mujeres que lideran países del primer mundo, aparecen en primera plana como protagonistas.
Angela Merkel, primera ministra de Alemania, se posiciona como el paradigma de un nuevo estilo de liderazgo global gracias a su plan de acción para enfrentar este delicado desafío en su país. Este contexto deja al descubierto un patrón que se repite exitosamente: otras jefas de Gobierno son consideradas también protagonistas de los mayores triunfos en la lucha contra la pandemia: están combatiendo e inspirando a través de su forma de liderar. Sanna Marin, la jefa de Gobierno de Finlandia más joven del mundo, aprovechó la ventaja de ser uno de los países más digitalizados y usó influencers para difundir los mensajes gubernamentales que fueron acatadas por la totalidad de la población. En Taiwán, la primera ministra Tsai Ing-wen fue previsora al anunciar en enero 124 medidas para enfrentar la crisis sanitaria. La industria se centró en la producción de millones de mascarillas de protección para toda la población local. Katrín Jakobsdóttir impulsó en Islandia, la realización de test masivos en toda la población. También declaró la cuarentena selectiva garantizando el cobro de la totalidad de los salarios de los trabajadores. En Nueva Zelanda, la primera ministra Jacinda Ardern declaró "lo hemos eliminado, la batalla está ganada". La primera ministra de Noruega, Erna Solberg instrumentó una novedosa estrategia de comunicación: conferencias de prensa con niños para educar a la población en la adopción de medidas de prevención necesarias para preservar la salud. El gobierno dinamarqués de la primera ministra Frederiksen, fue el primero en la Unión Europea en adoptar medidas drásticas para prevenir la expansión de la pandemia. Esa velocidad le permitió aplanar la curva de contagio y ser también el primer país europeo en avanzar paulatinamente hacia la reanudación de sus actividades.
Todos estos hechos dejan al descubierto una nueva mirada sobre el liderazgo. ¿Estaremos frente a una redefinición del mismo? En el mundo, el 3,7% de los países son gobernados por mujeres y siete de ellas sobresalen por el éxito de su gestión frente a la pandemia. Resuena cada vez con más fuerza la necesidad de que emerja un nuevo modelos de liderazgo: el femenino. Uno que sea firme y compasivo, que acompañe el empoderamiento y la igualdad de derechos. No es casualidad que los casos de liderazgo femenino hayan triunfado en el mundo, sino que pueden explicarse a través de determinadas habilidades femeninas como la empatía, el trabajo en equipo y el desarrollo de personas, aspectos fundamentales que HOY se necesitan más que nunca. Es vital avanzar de un modo diferente, aprendiendo del pasado para mejorar nuestro presente. Este es el camino, sigamos unidas y en lucha!